La persona que emprende es una creadora de riqueza, o dicho en términos empresariales, una creadora de valor para si mismo y para la sociedad en general.
Para logralo, se ve forzado a asumir riesgos. Generalmente pone en juego no sólo su dinero y sus ilusiones, sino las de otras personas y colectivos que lo rodean (familia, amigos, empleados, socios, acredores, etc.).
Personalidad:
Conocimientos:
A gestión de una empresa es cada vez más compleja. Aumenta la competencia, los clientes son cada vez más exigentes, sus gustos cambian constantemente, la tecnología avanza de manera imparable, etc.
El emprendedor necesita estar al día en todos los ámbitos de gestión de su empresa: finanzas, marketing, ventas, costes, fiscalización, etc., es necesario por lo tanto tener las nociones básicas que le permitan comprender todos los conceptos de la gestión de las empresas, para no perderse en la conversación con expertos.
La idea de futuro:
Un emprendedor debe ter una idea clara y concreta sobre lo que debe ser su empresa y lo que quiere que sea en el futuro.
La imaginación es la clave para desenvolver ideas de empresa. Hay que atreverse a ser arriesgado, a reflexionar sobre ideas aparentemente absurdas o alocadas. En esta fase inicial de diseño vale todo. De lo que se trata es de generar ideas, de que la viabilidad de estas pueda ser estudiada y cotejada para, finalmente , escoger la alternativa adecuada.
“Los locos fracasan a menudo, pero son los responsables de todos los grandes éxitos del mundo”
(Tom Peters)
Una visión a largo plazo del negocio:
Pensar sólo a corto plazo puede suponer el fracaso de la empresa. Aunque sea cierto que solucionar los problemas del día a día es lo que permite llegar a largo plazoa, la mentalidad del empresario nu puede limitarse en qué ocurrirá mañana.
Una mala solución a los problemas de hoy puede comprometer y dar graves problemas a la empresa en el futuro.
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